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Crónicas de Naada en Gaza. 2º PARTE
3 de desembre, per Ak-rata03/12/2025Etiquetas:MIÉRCOLES 26 DE NOVIEMBRE
Han sido unos días muy ajetreados, pero me siento contenta y bien, dentro de todo este horror. Llevamos desde hace unas 4 noches sin escuchar ninguna bomba. Es una calma inquietante. Algunos nos preguntábamos por qué eligen la noche para detonar y derrumbar todo. Y la respuesta parece clara: maltrato psicológico. Utilizan el ruido y lo que significa como una forma de recordar continuamente que están ahí y que siguen haciéndose con más superficie de tierra de la franja de Gaza. El cerebro, además, sufre esos cambios. Cuando unx es sacadx de su habitual rutina, aunque fuera molesta, quedas con mucha inquietud pensando por qué hay ese silencio y esperando a que lo rompan.
Ese silencio se ha roto con sonidos fuertes y que hacían retumbar nuestras ventanas, como siempre hacen las ondas expansivas... Pero esta vez no fueron las bombas o los misiles. Esta vez no es causado por el hombre sino por la naturaleza.
Fue hace un par de noches, cuando hubo una gran tormenta. Relámpagos y vientos muy fuertes nos despertaban a nosotrxs que estamos dentro de muros de hormigón. No puedo ni imaginarme cómo tuvo que pasarlo la mayoría de la población en sus tiendas de plástico con ese viento.
Ayer por la mañana (25 de noviembre) la tormenta volvió a azotar fuerte toda la franja, y dejó calles enteras inundadas.

Lxs compañerxs nos contaban cuánta agua entró en sus tiendas y que estaban improvisando remedios para achicarla y reparar los agujeros de cara a las siguientes lluvias.
A uno de los centros de salud llegó un niñito de unos 7 u 8 años, con todas las ropas empapadas y llorando de frío. Tiritaba y sólo venía por eso: por el frío que no podía aguantar, pidiendo mantas y un poco de calor. El invierno se nos viene encima y estas situaciones no hacen más que repetirse.
Tenemos mucho temor del impacto que puede llegar a tener la mortal combinación del invierno con los hospitales por encima de su capacidad de admitir pacientes (especialmente niños) y la falta de recursos, en todos los sentidos, porque la ayuda que entra sigue sin ser suficiente.
Empiezo a responder de la misma forma que lo hacen aquí, simplemente resignándome y diciendo “Alhamdullilah”, que viene a ser un “Gracias a Dios” pero que también quiere decir, ha sido porque él quiere, o que sea lo que Dios quiera.
SÁBADO 29 NOVIEMBRE
Ayer en la noche, como muchas otras veces, los buques navales empezaron a disparar y a tirar bengalas luminosas con el único fin de asustar y de seguir maltratando a los gazatíes. Nuestra casa está a 100 metros de la costa, así que el sonido es bastante fuerte. En general en la última semana hemos sentido que los días y noches pasaron sin demasiado incidente, sin escuchar muchas bombas o detonaciones.
Pero ¿Qué es demasiado?: Un solo asesinato ya habría significado demasiado. Y llevan 572 cuerpos de víctimas recuperados de debajo de los escombros desde el día 11 de octubre, cuando se firmó el alto al fuego. Como dice Francesca Albanese, la relatora especial de la ONU sobre derechos humanos para Palestina, hay que recordar que no existe un alto al fuego real. No usemos esa palabra. Porque su fuego no para. Y los camiones que tenían que entrar al día para cubrir las necesidades (unos 600) no están entrando a tal escala. Así que no hay alto al fuego que valga. Prefiero llamarlo acuerdo. ¡Un acuerdo que han firmado otros! Lejos de avanzar hacia la libertad y la autodeterminación del pueblo palestino.
Los datos oficiales dicen que ha habido por parte de Israel 393 violaciones de dicho acuerdo y han matado a 339 palestinos, un tercio de los cuales son niños.
Esta especie de calma intrigante nos tiene a todos desconfiando.
Respiramos aliviados de estar viviendo estos momentos muy diferentes a hace unos meses. A veces la esperanza me invade por mis vistas desde la ventanilla: cuando veo las olas del mar, los pescadores sacando las redes, los puestos llenos de color por las frutas y las verduras y las niñas mandándome besos con la mano. A veces, momentáneamente, la falsa sensación de que todo está bien me invade. Pero dura poco.
Basta mirar por el otro lado de la ventanilla y ver a los niños solos en medio de las calles, deambulando y sin recibir educación formal o informal durante 25 meses, a las mamás embarazadas o con bebés muy pequeños que todavía siguen muy delgadas, sin recuperarse de su malnutrición consecuencia del bloqueo que se impuso durante la mitad de este año.
Basta con mirar un poco más allá y escuchar un poquito más fuerte, sentir el dron a lo lejos, que ahí sigue, escuchar las historias de miseria de los/as compañero/as. No hay una total tranquilidad en el ambiente.
Con la llegada del invierno muchas personas que, cautelosas, estaban a la espera de certeza, de una seguridad total para intentar viajar al norte, están por fin decidiéndose a ir. Quieren volver a su amada y preciosa ciudad de Gaza, a recuperar las ruinas de sus casas o a intentar vivir en los restos de lo que fueron, Las condiciones de vida en las tiendas son inhumanas. Empieza el frío, llegan las lluvias, y cualquier rincón que nosotrxs podemos considerar escombro (sobre todo si tiene una historia, un valor sentimental) es un palacio.
Cada día se estima que suben unas 4000 personas a la ciudad de Gaza, y los fines de semana esa cifra asciende al doble. Otra mudanza más. Me pregunto cuántas llevan en los últimos dos años.
Y porqué la casa sea ruinosa no quiere decir que el palestino y la palestina no conserve su dignidad. Un compañero que visitó la ciudad el otro día en busca de comerciantes y posibles proveedores me contaba que entró en más de un establecimiento asentado en los bajos de un edificio hecho totalmente ruinas. Un hombre de unos 60 años le recibió en esa planta baja, un espacio que ha permanecido utilizable y donde ha colocado restos de tablas a modo de estanterías para volver a empezar, a pesar de que su alrededor sea una película postapocalíptica.
Estos comerciantes tienen provisiones que, ignoro de qué manera, han logrado guardar durante dos años sin que se les dañen. Y eso es lo que ofrecen a precios muy altos, porque ciertos materiales y objetos no están entrando de ninguna de las maneras en Gaza desde el 7 de octubre.
La dignidad también se palpa en las historias que mis compañerxs gazatíes se abren a contarme. Guardan las llaves de sus pisos, de los apartamentos que compraron con esfuerzo y muchos años de ahorrar. Ahora esos lugares son fantasmas del pasado, y nunca volverán a encontrar el cerrojo, ni la puerta que lo alojaba. No está la otra pieza del puzle que pueda encajar con su preciado guardado tesoro.
Mi compañero enfermero me decía que no sabía muy bien por qué la guardaba. Pero que le hace sentir seguro. Dice “Soy consciente de que racionalmente es un objeto inútil, pero no sé… Necesito tenerla conmigo. Es mía.”
Tener la llave y guardarla es una especie de certeza de que esa tierra fue y sigue siendo suya. Que no saben cuándo ni cómo, pero volverán a ella. Y reconstruirán.
Y rehabitarán. Porque vivir y reinventarse es lo que mejor saben hacer, lo llevan haciendo generaciones y generaciones.
LUNES 01 DE DICIEMBRE 2025
Los olivos, que eran su patrimonio, fueron calcinados. Sus hermosas ramas fueron derribadas. Sus troncos talados. Sus frutos están perdidos. La tierra que los nutre está enferma. Aire, agua y tierra están contaminados. Duele ver sus árboles sagrados, que eran su vida, profanados. No sólo por la ocupación, sino también por ellos mismos. Por sus cuidadores que no han tenido otro remedio. Y hoy tienen que convivir con el dolor de quien se ve obligado sacrificar algo que ama con todo su ser. Ante el frío del invierno pasado muchos tuvieron que acabar de talar la vida que los rodeaba. Los olivos, los naranjos, los granados, los limoneros…Ahora son unos pedazos de madera inertes amontonados en un puesto en la cuneta de la calle, que no es más que un par de columnas hechas con palos y una manta como techo. Esa leña que se vende a 6 shéquel el Kg (1,5 €) es un lujo para cualquiera aquí.
La gran mayoría de personas comen en frío. Pan, latas, comida basura… Aquellos fideos instantáneos que sobrevivieron al viaje desde el exterior, que cruzaron Kerem Salom y no cayeron del camión para ser comidos por perros. Esos fideos que llegaron al centro de Gaza para ser vendidos en los puestecillos callejeros y ser una comida caliente que se prepara muy rápido ahora son comidos por los niños como si fueran frutos secos. Sin agua hervida, sin cuchara. Un snack muy poco saludable y que apenas llena la tripa. Los fideos y el calor. El calor y la leña. Tan unidos en mi mente y tan separados en la mente de las personas aquí.
Y esos troncos talados son el vivo testimonio de cómo este horror es muchos tipos de
“-cidios”. Es no sólo genocidio e infanticidio, sino también ecocidio.
Quería hablaros hoy del ecocidio como herramienta de destrucción premeditada y de las consecuencias que ya está teniendo y que tendrá para las próximas generaciones. Destruir el medio ambiente es una forma de amenazar la viabilidad del medio, para convertirlo en inhabitable y en una amenaza para la salud. Los escombros se cuentan por toneladas, debajo de ellos o en sus alrededores todavía hay materiales explosivos sin detonar, y el suelo está impregnado de materiales tóxicos, residuos industriales e incluso materiales biopeligrosos (restos de basura médica). Al haberse destruido la red eléctrica y bloqueado la entrada de combustible los servicios básicos para la vida están en jaque mate, como las plantas desalinizadoras de agua o los generadores eléctricos que nutren equipos médicos en hospitales.
El agua es horrible. En cantidad y en calidad. No queda infraestructura ninguna, así que se vierten aguas residuales a las aguas subterráneas y al mar. Toda Gaza dependía del agua de sus acuíferos que tienen unos niveles de nitratos muy por encima de lo aceptable para la salud por los pesticidas agrícolas y las aguas residuales que se han infiltrado. Esto no es un problema que venga de la situación más reciente. Ya antes de octubre del 2023 se calculaba que poco más del 5% de la población tenía acceso a agua canalizada y potable. Otra imagen que me tortura son los vertederos al aire libre donde los niños y las niñas huérfanos rebuscan. ¡Se calcula que el peso de la basura ya ha llegado a las 250.000 toneladas!
Los fideos sin sopa, y los viejitos que veo en las tiendas quemando plásticos para hervir agua para el té. Los palestinos y las palestinas están cocinando con plástico quemado, con residuos domésticos, o con esqueletos de olivos (los más afortunados). En esas hogueritas caseras se está poniendo en peligro sobre todo a mujeres, niñas y niños, que nos visitan constantemente en los hospitales con neumonías. La calidad del aire, por tanto, es muy mala.
Me entran ganas de llorar cuando un compañero me cuenta que ha visto por imágenes satelitales sus tierras, al norte y ha podido presenciar que no le queda ni un solo árbol en pie. Quería ir, pero ¿Para qué? Nada que lo que sentía suyo lo sigue siendo.
IOF se ha cargado el sector agrícola, que antes de octubre del 2023 suponía un 10% de la economía de Gaza. Pero el problema no es sólo económico.
Con su destrucción se han llevado su sustento, ha sido una pérdida de conexión con la tierra y con su identidad. Ahora en nuestro barrio, zona central, Al Mawasi, se pueden ver invernaderos que empiezan a ser utilizados de nuevo como invernaderos y no como casas. Hay algunos campos en los que plantan zanahorias, patatas o cebollas.Espero que un día todo vuelva a estar verde. Que en el invierno puedan comer los cítricos que ellos mismos cultivan. Que haya agua para regar, y para beber. Y que celebren la recogida de la aceituna y fabriquen su aceite de oliva.

CONTINUARÁ...
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¡El Briega en papel nº 72 diciembre ya está en la calle!
2 de desembre, per adiospgou02/12/2025Etiquetas:Llega el mes de diciembre y con ello el final del año 2025. Hemos decidido sacar un número de cierre de año muy local, visibilizando colectivos y proyectos y luchas de Cantabria. Desde las asambleas feministas abiertas de Cantabria, pasando por las huelgas de educación y la radio libre de Cantabria, hasta llegar al centro social okupado La Lechuza y su campaña en defensa de los centros sociales okupados.
Nos despedimos de un año con fuerza para continuar con un proyecto militante que es el boletín en papel, una de las ramas de difusión del medio de contrainformación de Cantabria. Encontrarás el boletín en papel en los próximos días en todos los habituales puntos de distribución de Cantabria y recuerda, si quieres que el Briega en papel llegue a a un lugar en concreto de Cantabria, puedes escribirnos.
1. Manifiesto leído el 25N por las asambleas feministas abiertas de Cantabria; Ni violencias machistas, ni actitudes fascistas.
2. La lucha docente sigue presente.
3. Radio argayo, la radio libre de Cantabria, cambia de estudio.
Contraportada: Cartel de la campaña en defensa de los centros sociales okupados; ¿Cómo puedo colaborar? Si quieres apoyar al CSOA La Lechuza.
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LA CHACINA: La masacre y el genocidio perpetuo en la ciudad de Río de Janeiro
2 de desembre, per adiospgou02/12/2025Etiquetas:LA CHACINA: La masacre y el genocidio perpetuo en la ciudad de Río de Janeiro
21 de noviembre de 2025 - por La Zarzamora
Por: Algunxs Disfuncionales Sin Fronteras
Los hechos recientes, la próxima masacre va a ser peor…
El día 28 de octubre la ciudad de Río de Janeiro fue testigo de la más grande masacre de su historia reciente: 121 personas fueron asesinadas en una brutal operación policial que se ejecutó con el pretexto de ir contra la organización criminal más grande y poderosa de Río y una de las más poderosas de Brasil, el Comando Vermelho-CV. Esta operación se desarrolló en dos complejos de favelas: Alemão y Penha —considerados como los cuarteles generales de dicha organización—. Estos complejos que suman 26 favelas donde viven cerca de 280.000 personas, fueron intervenidos por el operativo validado y pensado por gobierno del estado de Río de Claudio Castro y realizado por distintas fuerzas de la Policía Militar y Civil, sumando entre ambas 2.500 efectivos, con el objetivo supuestamente de cumplir más de 100 órdenes de arresto.
Entonces, la policía ingresó a ambos complejos por todos lados, obligando a los traficantes a huir por el bosque de la Sierra de la Misericordia, que divide ambos complejos de favelas donde los estaba esperando un bloqueo total del BOPE —Batallón de Operaciones Policiales Especiales— reconocido como una de las tropas urbanas más letales del mundo. Claramente es una estrategia que evidencia que el objetivo clave de la operación era matar y no arrestar a nadie, dado que en dicho bosque es justamente donde ocurren la mayor parte de las ejecuciones de la guerra perpetua que arrastra esta ciudad.
Por lo tanto, lo que pasó ese día no fue algo nuevo, pero sí la intensificación y la brutalización extrema de una política estatal que, bajo el pretexto de combate al narcotráfico, ha normalizado la matanza como método para imponer su orden. La escena de ese día no dejaba nada que envidiar a Gaza; es más se ve inspirada en la normalización de la masacre transmitida en vivo y en directo ya hace más de dos años. Igualmente, los cuerpos que en su gran mayoría fueron recogidos por lxs mismxs pobladorxs, presentaban signos de tortura, incluso había entre ellos un cuerpo decapitado, cuya cabeza se encontraba colgando de un árbol, testimonios y hechos que muestran la saña sanguinaria de la policía carioca. En efecto el perfil de los asesinados era de jóvenes negros, la mayoría no llegaba a los 30 años, habiendo incluso entre ellos un niño de 14 y otro de 17.
La guerra contra las drogas ha fracasado
Como resultado la postura del gobierno federal del estado brasileño —pese a que sus bases estén tratando de utilizar la polarización política para responsabilizar al gobierno de Rio por la masacre, perteneciente al partido del ex presidente ultraderechista Jair Bolsonaro— ha sido la de alinearse a esta “Guerra contra el crimen organizado”, hablando de la creación de una oficina conjunta de actuación en contra del narcotráfico, sumado a la aprobación de una nueva ley federal que endurece las condenas en contra de integrantes de dichas organizaciones.
Así pues, asistimos a una política que va más allá de las fronteras del territorio dominado por el Estado brasileño, que se encuentra en la legitimización de la política de exterminio respaldada por la calificación de terrorismo de dichas organizaciones. Esto permite normalizar la actuación en el margen de la legalidad institucional, es decir “legalizar la ilegalidad”, ya que una legislación antiterrorista permite varias medidas de excepción y estas se despliegan con toda la desproporción posible, sobre un enemigo indeterminado, pues terrorista puede ser cualquiera que habite este territorio. Por lo tanto, la faceta más peligrosa de la gestión de la extrema derecha es la ejecución de su discurso abiertamente apologético del exterminio como método que hace que avance ese proyecto de la “excepción como regla” en el cual se legitima y potencia aún más algo que en la práctica ya ocurre. Algo que no consigue el progresismo, ya que enmascara siempre sus prácticas con su discurso “inclusivo”, pero al final los hechos muestran que ambos bandos trabajan para lo mismo, ya que la política de militarización de la favela es algo que ha existido ininterrumpidamente más allá de la gestión del momento.
No es algo aislado, la escalada militarista en el Caribe y el Pacífico
Por otro lado, con la calificación de terrorista se abrirían las puertas para una posible intervención estadounidense, ya que se inscribiría en su reciente política de intervenir militarmente Sudamérica en contra del “narcoterrorismo”. Concretamente nos referimos a la presencia e intervención militar bajo el mando de Donald Trump, en el Caribe, mirando hacia Venezuela y Colombia, gobiernos calificados por los gringos como narcoestados.
Con respecto a la intervención de EE.UU., por medio de su guerra contra las drogas, no es ninguna novedad la política sistemática que se ha aplicado desde los años 70 cuando el mismo concepto de “guerra contra las drogas” surgió en el gobierno de Richard Nixon. Desde entonces esa política ha servido como justificación para expoliar territorios y “recursos naturales”, y también para pacificar territorios rebeldes. Ejemplos hay muchos, pero por mencionar algunos está la inserción del crack en los barrios negros en EE.UU. en los 70/80, para así combatir la insurgencia y autoorganización promovida por diversos grupos revolucionarios; también la introducción de la pasta base en las poblaciones de Chile en los 80, en plena Dictadura de Augusto Pinochet, con el mismo objetivo de aplastar la rebeldía insurgente que latía en los barrios populares. Debido a que la favela es un territorio rebelde por su historia y la supervivencia de pueblos que por 525 años han tratado de borrar, hace que, por ende, la presencia de la droga y de su consecuente militarización no sea ni casual ni aleatoria.
No es Disney, es Río
Río de Janeiro es una ciudad erguida sobre el exterminio de los pueblos originarios tupis que habitaban este territorio y como bastión fundamental del régimen esclavista e imperialista, constituyéndose desde el puerto donde llegó la más grande cantidad de africanxs secuestradxs y esclavizadxs en la historia no solo de Brasil o de América, sino de la humanidad. Esta es una historia escrita con la profunda desigualdad de dos mundos que al día de hoy siguen enfrentados entre sí, habitando el contraste del lujo ostentoso de una élite blanca contra la miseria y pobreza de una masa favelada y negra. Por lo tanto, “La cuna de la Favela”, planta que nombró a esos barrios surgidos del éxodo de la gente negra, que sin tener más opción frente al desamparo y el abandono estatal después de la “abolición”, ocupó esos territorios, levantando comunidades y manteniendo viva su cultura frente a la adversidad y el dolor que siempre les fueron impuestos, surgiendo desde el deseo instintivo de sobrevivir frente a un mundo que siempre los quiso asesinar.
En consecuencia, la policía en Brasil es hija y heredera del régimen colonial esclavista, que aparece aún bajo el mando de la corona portuguesa y trajo como metodología el castigo por medio de la brutalidad, siempre mirando hacia la población negra. En la actualidad, es la policía que más mata en el mundo, y la de Rio, una de las que más mata en Brasil, con cifras que oscilan entre 500 y 900 asesinatos anuales, cifras que evidencian muy específicamente a quienes matan, ya que el 90% de las personas asesinadas siguen siendo negras. Ese racismo estructural que construye la lógica de la acción policial en Brasil y más ampliamente de la Seguridad Pública en general, también se refleja en su población carcelaria, donde el 70% está compuesta por personas negras.
A causa de esta segregación, el desarrollo del crimen organizado en Rio es algo que empieza desde los años 70, cuando Brasil estaba en Dictadura Militar, con el surgimiento del Comando Vermelho en el penal de Candido Mendes, ubicado en la Isla Grande del estado de Río de Janeiro. Fue fundado por asaltantes de bancos que a partir del contacto con presos políticos desarrollaron una organización que inicialmente se constituyó básicamente como una herramienta de los presos, para, por un lado, poder hacer exigencias frente al régimen penitenciario de ese entonces y, por otro, imponer una forma de convivencia adentro de las prisiones que frenaba varias prácticas abusivas que estaban normalizadas, como la violación.
Con el paso de los años y la salida a la calle de muchos de esos presos se pone la mirada hacia un nuevo y más rentable negocio: la venta de estupefacientes. El Comando Vermelho, poco a poco fue expandiendo su presencia desde las cárceles hacía incontables favelas de la ciudad de Río de Janeiro, construyendo así paulatinamente el control territorial que llega a existir en la actualidad, donde todas las favelas sin excepción están bajo el mando del narcotráfico o de grupos paramilitares vinculados a la extrema derecha, denominados “milicias”.
Este dominio del territorio se beneficia de varios factores, pero entre ellos vale destacar dos en especial: la ausencia de infraestructura estatal fruto del abandono típico que el Estado ha tenido hacia la favela y la gente que la habita, y por otro lado, la misma geografía de esos lugares, que surgen sin ningún tipo de planificación urbana regulada y se expanden en callejones estrechos, con construcciones precarias, pegadas unas a las otras que pueden a veces llegar a los cinco pisos, las que en muchos casos están situadas en cerros, lo que hace de esos lugares un terreno estratégico para las organizaciones del narcotráfico, que en su gran medida están compuestas por gente oriunda, y por ende, conocedora de esos mismos barrios.
La presencia del narco, aunque se constituya como un poder paralelo, que se impone con mucha violencia en su expansión territorial es funcional al Estado brasileño en la continuidad de su proyecto racista y colonial de aplastamiento y genocidio de la población negra. El joven negro, pobre y favelado no es quien permite que los fusiles estén en la favela, menos aún quien los vende, y tampoco es quien controla el flujo mercantil de la droga. Este joven muchas veces encuentra en el narcotráfico las posibilidades materiales que la existencia en el mundo capitalista siempre le negaron.
La respuesta del Estado frente a la expansión del comercio de estupefacientes siempre estuvo mucho más vinculada a las armas y al exterminio que a la entrega de cualquier alternativa que permita que esa juventud que se encuentra en el consumo o en la venta de drogas, pueda generar algo distinto en sus existencias. La cada vez más exacerbada militarización del territorio fue la construcción que año tras año fue tejiendo el poder, independiente del color del gobierno de turno.
Así, las incursiones de la policía en las favelas han sido hace décadas el pan de cada día en la ciudad de Rio de Janeiro, que con la respuesta de las organizaciones narcos han transformado esos lugares en verdaderas zonas de guerra, siempre con un rastro de sangre, haciendo que el asesinato se haga parte de la normalidad de esos sectores, siendo las masacres parte del diario vivir en esa metrópoli. Rio en su historia reciente tiene varios hitos importantes de mencionar como parte del proyecto de militarización de esos territorios, entre ellos destacan:
-El emplazamiento de las Unidades de Policía Pacificadora (UPP), un fallido intento de instalar bases permanentes de la policía para “pacificar” esos territorios, creados por el entonces gobernador de Rio de Janeiro, Sergio Cabral y por el entonces intendente, Eduardo Paes, ambos del MDB, partido de centro derecha, histórico aliado del PT. Quien gobernaba el país, en ese momento bajo su segundo mandato, era Lula.
-La realización de una operación en el complejo Alemão, con apoyo logístico de las fuerzas armadas en junio de 2007, que dejó un saldo de 19 muertos.
-La ocupación de la favela del morro de la Providencia en el centro de la ciudad, por parte del ejército en 2007, para la realización de obras del PAC (Proyecto de Aceleración del Crecimiento), proyecto urbanístico y gentrificador del gobierno federal, en ese momento, en manos de Luis Inácio “Lula” da Silva. La ocupación terminó con el saldo de dos jóvenes asesinados, que, pese a no estar involucrados con el narcotráfico, fueron entregados por los militares a traficantes de una favela controlada por el Terceiro Comando, banda rival del Comando Vermelho, que controlaba la Providencia.
-La invasión en el año de 2010 del complejo Alemão para la instalación de una UPP, con apoyo logístico de la Armada y transmitida en vivo y en directo por los medios de comunicación.
-La masacre de 11 jóvenes por parte del BOPE, en junio de 2013, en pleno contexto de la revuelta social que sacudía Brasil, tras perseguirlos desde una zona donde estaban ocurriendo disturbios y saqueos hasta el interior de una favela.
-El decreto de intervención federal hecho en febrero de 2018 por el entonces presidente Michel Temer, que dejaba todas las fuerzas de seguridad de Rio de Janeiro bajo el mando directo del ejército, designando para el comando de la intervención al general Braga Netto, quien sería Ministro de Defensa de Jair Bolsonaro, y que hoy se encuentra en prisión tras ser acusado de estar involucrado en el intento de Golpe de Estado de Bolsonaro. La intervención se terminaría el 1 de enero de 2019.
-La acentuación de la mortandad en manos de la policía con el país al mando de Jair Bolsonaro; en septiembre de su primer año de gobierno, la policía en la ciudad de Rio ya había asesinado 900 personas.
-La masacre cometida por la Policía Civil en una operación en la favela de Jacarezinho en mayo de 2021, ya bajo el gobierno de Claudio Castro, donde 27 personas fueron asesinadas. Esta operación, antes de la del 28 de octubre, había sido la más letal de la historia.
Por consiguiente, estos hitos son apenas algunos de los incontables que se podrían mencionar. Los citamos más que nada para traer un poco más de contexto y así facilitar la comprensión de quienes desconocen la historia de ese territorio. Como ya lo hemos mencionado, la realización de operaciones policiales, con cifras que rondan de 5 a 10 asesinatos, son hechos prácticamente semanales en la ciudad de Rio.
Con el paso de los años han aparecido otras organizaciones del narcotráfico, como el TCP (Terceiro Comando Puro) o ADA (Amigos dos Amigos), todas surgidas de escisiones del CV, pero también han entrado en escena grupos paramilitares llamados milicias, con profundos vínculos con la policía y con la política local. Esto ha provocado que haya cada vez más sanguinarios enfrentamientos entre bandas, debido a su constante expansión territorial, dejando así a la población expuesta constantemente también a esos conflictos y a los cambios de mandos y reglamentos que impone cada organización.
Además, la política de dispersión aplicada a los jefes de las organizaciones desde principios de la década del 2000, que han sido encerrados en cárceles federales distantes de sus territorios de origen, hizo que se empezaran a expandir por todo el territorio nacional, en especial el CV de Rio y el PCC de São Paulo. Esta expansión ha crecido y se ha intensificado mucho en los últimos años, donde aparte de aumentar su presencia territorial, también se han expandido hacia otros “negocios” como la minería ilegal, la explotación de servicios básicos dentro de las favelas (práctica históricamente realizada por los paramilitares), etc. Las nuevas generaciones del narcotráfico también se han caracterizado por ser cada vez más violentas y menos respetuosas hacia la población común, normalizando prácticas atroces y abusivas que antes no se daban, entre ellas varios asesinatos a jóvenes por el color de su ropa, o por gestos hechos en fotografías con las manos, interpretados como una apología a alguna banda rival.
Pese a un contexto siempre adverso la favela sigue siendo un lugar donde se mantiene una tradición de comunidad y solidaridad, intrínseca a la ancestralidad africana; específicamente en el sector del complejo Alemão resisten espacios comunitarios que construyen desde la autonomía como es el caso de la “Escuela Quilombista Dandara”, que lleva apoyo educacional, afectivo y político a lxs pobladorxs del sector, difundiendo un proyecto panafricanista como fortalecimiento de su identidad territorial y la “Casa Autónoma Formiga Preta”, espacio levantado por compañerxs vinculadxs al entorno anarquista/anarcopunk de Rio de Janeiro, que resiste hace 10 años ahí mismo en la Sierra de la Misericordia, el ojo del huracán de la matanza.
Concluimos deseando siempre fuerza, salud y vida a quienes hoy resisten y sobreviven en las favelas de Rio, señalando la necesidad urgente de mirar hacia allá, de hablar del genocidio en las favelas brasileñas como hoy hablamos de Palestina, del Congo y de Sudán, todas realidades que se encuentran en la adversidad de enfrentarse a la masacre. En las palabras de lxs compañerxs de Formiga Preta: “Caminar en la dirección de un mundo donde tengamos la fuerza de superar nuestros dolores, levantarnos de todas esas pérdidas y apoyarnos para reconstruir nuestras perspectivas y sueños”.
Algunxs Disfuncionales Sin Fronteras
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Rojava: Reflexiones sobre la Integración de las Fuerzas de Autodefensa del Kurdistán sirio
30 de novembre, per adiospgou30/11/2025Fuente:Etiquetas:Rojava: Reflexiones sobre la Integración de las Fuerzas de Autodefensa del Kurdistán sirio

¡Hola! Somos anarquistas del espacio postsoviético, que actualmente vivimos y nos organizamos en el noreste de Siria. Esta región también se conoce como Rojava. Vivimos y luchamos codo con codo con los pueblos de esta región, compartiendo las convulsiones y los éxitos de la revolución. Durante este tiempo, hemos presenciado la caída del régimen dictatorial de Assad y el ascenso a la presidencia de al-Jolani, quien ahora prefiere llamarse Ahmed al-Sha’ar. También hemos presenciado la disolución del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) -hasta hace poco la principal fuerza del movimiento apoísta-, la apertura de nuevos frentes bajo el ataque turco y la suspensión de otros. En esta columna, analizaremos importantes e interesantes acontecimientos de esta región y la experiencia de la revolución.
Para comprender mejor el contexto, explicaremos algunos antecedentes y algunos términos específicos. El noreste de Siria es una región autónoma formada en 2012 gracias a la larga lucha del movimiento de liberación kurdo. La revolución fue posible, en parte, gracias a la Primavera Popular (Primavera Árabe) y a las protestas a gran escala en todo Oriente Medio, incluida Siria. Esta región se ha convertido en un ejemplo brillante de una revolución moderna cuyos principios son muy cercanos al anarquismo.
La fuerza principal del movimiento de liberación kurdo fue el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), liderado por Abdullah Öcalan, conocido dentro del movimiento como Apo. Öcalan formuló los aspectos programáticos, teóricos y prácticos fundamentales de la lucha del movimiento. Inicialmente un partido marxista-leninista, posteriormente cambió de paradigma: en 2005, finalmente adoptó una nueva dirección basada en la liberación de la mujer, la ecología y el comunalismo. El movimiento apoísta ha adoptado un enfoque más descentralizado. La crítica al Estado es uno de los principios fundamentales de su ideología.
La historia del movimiento de liberación kurdo, los aspectos ideológicos del movimiento Apocalipsis y el contexto del propio noreste de Siria son temas extensos sobre los que ya se ha escrito mucho. Sin embargo, si alguno de nuestros lectores está interesado en aprender más sobre cualquier tema relacionado, estaremos encantados de compartir lo que sabemos. A continuación, también proporcionaremos enlaces a varios textos que consideramos útiles para comprender la situación actual o para comprender el contexto.
En diciembre de 2024, se emitió una emisión en inglés en Signal, que publicaba noticias semanales. Hasta mayo de este año, también se publicaron análisis de la situación, pero con la disolución del PKK, la situación se volvió demasiado compleja para un análisis definitivo. Se necesitó tiempo para comprender la situación, comprender el estado de ánimo del público y escuchar las opiniones de diferentes individuos y comunidades. El texto a continuación es el primer análisis tras una pausa de cinco meses.
El proceso de integración de los diversos aspectos de la política y la sociedad sirias está entrando en una fase más activa. Esto se debe en parte a la proximidad de la fecha límite para la recapitulación de los acuerdos de marzo, que vencen a finales de año. Por otro lado, queremos llamar la atención sobre la comprensión de la integración que invoca el movimiento apoísta, especialmente tras la disolución del PKK: los camaradas hablan de integración en lugar de asimilación. Esto significa coexistir con el estado y el gobierno actuales sin perder autonomía, insistiendo al mismo tiempo en cambios democráticos en el sistema estatal. Esta es la base de las acciones actuales de la Administración Autónoma. Sin embargo, las reformas democráticas no son la estrategia principal, sino uno de los requisitos tácticos. La verdadera estrategia del movimiento revolucionario en Siria debe evaluarse con base en casi 14 años de revolución en el noreste de Siria: un movimiento de mujeres de vanguardia y de masas, una sociedad politizada con experiencia en la guerra popular revolucionaria, una ideología comunalista, la coexistencia de pueblos y culturas, consejos, comunas y las propuestas políticas y sociales más sólidas de toda la región.
En el terreno, se están realizando preparativos activos para una escalada de la guerra. Es difícil predecir de qué dirección provendrá esta escalada -Turquía, el gobierno de al-Jolani, Israel-; las fuerzas se están preparando de todas formas. Incluso con los avances en la integración, el peligro del nuevo régimen sirio persiste. Vemos lo que está sucediendo en nombre del Estado sirio en el sur del país. La única duda es el equilibrio de poder: actualmente, el poder militar del régimen es inferior al de las SDF, por lo que se ve obligado a dialogar con el noreste de Siria como región autónoma. Esta alianza beneficia principalmente a Al-Jolani, pero para los habitantes de las SAF, una resolución de la situación también significará una situación más estable, tanto militar como económica. Ahora, la cuestión de la
revolución debe abordarse en toda Siria, no solo en el noreste. Esta expansión probablemente se producirá gracias a la labor de los partidos y organizaciones políticas locales, que desempeñan un papel clave en este proceso.Nadie se hace ilusiones sobre la presidencia de Al-Jolani. Sigue siendo un combatiente de Al Nusra, el mismo yihadista que decapitaba, pero que se puso la máscara de «político civilizado» tras tomar el poder. La existencia de un proyecto revolucionario en la realidad del Estado exige pragmatismo para afrontar las contradicciones y tomar decisiones controvertidas, lo que incluye la interacción con el gobierno sirio. Desafortunadamente, esta realidad difiere enormemente de nuestras nociones idealizadas de revolución. La postura del movimiento apoísta puede ser criticada como reformista, pero hasta ahora, su propuesta para
resolver los problemas de Oriente Medio es la única que tiene en cuenta la realidad de los pueblos de la región, emanada de ellos mismos, no de políticos occidentales desquiciados (todos recordamos la propuesta de Trump sobre Palestina).La dinámica cambiante entre el gobierno sirio y las Fuerzas Armadas Sirias está contribuyendo al equilibrio de poder en Oriente Medio en su conjunto, exacerbando algunas relaciones ya conflictivas y fortaleciendo las posiciones en otras. Al integrarse con Siria, las Fuerzas Armadas Sirias se están alejando de la posible alianza que Israel esperaba. La integración también podría brindar cierta protección contra nuevos ataques e incursiones por parte de Turquía, que está forjando relaciones diplomáticas con el gobierno sirio. También podría ser un paso hacia la expulsión de Turquía de los territorios ocupados.
Sin embargo, aún está por verse qué significará en la práctica la integración de las FDS en el ejército sirio. La inclusión de unidades femeninas en las fuerzas armadas sirias parece representar un cambio en los principios del gobierno islamista, que se encuentra en una situación en la que no tiene otra opción. ¿Ayudará esto a cambiar la situación de las mujeres en Siria? No es seguro, y ciertamente no de inmediato. ¿Qué significa la inclusión de las unidades antiterroristas de las Fuerzas Democráticas Sirias en el ejército sirio, con la afirmación de que participarán en operaciones en toda Siria? ¿Podrán ellas y otras fuerzas
de las FDS detener ataques como la reciente masacre de los drusos, o esto solo implica la lucha contra el ISIS? Tampoco está claro. Lo más claro que vemos en este momento es el deseo de las FDS y la Administración Autónoma de paz y resolución del conflicto sin más
ataques contra los pueblos que sufren. El tiempo dirá si estos son los pasos correctos.Continuamos nuestro trabajo en la región. Como siempre, basamos nuestro enfoque en la solidaridad crítica y no permitimos que la desesperación ni la idealización nublen nuestra visión de la revolución. Al mismo tiempo, nosotros mismos somos parte de esta revolución. Seguiremos informando sobre la situación en el noreste de Siria y la dinámica en Oriente Medio, y les instamos a estar atentos a sus fuentes de información. En un contexto de incertidumbre, difundir rumores que beneficien a diversas partes interesadas se vuelve muy fácil y puede perjudicar la revolución.
Noreste de Siria
Rojava
Anarquistas en Rojava
Fuerzas Democráticas Sirias
Fuente: https://avtonom.org
Traducción Automática de A-Infos
Recibido el 22 de noviembre de 2025
Textos adicionales
Se reanuda la guerra civil siria (Texto de CrimenInc. + entrevistas desde el terreno)
Entrevista con anarquistas que dejaron Rusia para Siria
Notas de un anarquista en primera línea
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A 18 años del asesinato de Carlos Palomino
27 de novembre, per Nadia27/11/2025Fuente:Etiquetas:“Carlos no murió, le mataron por defender lo que creía justo” – Mavi Muñoz, madre de Carlos Palomino.
Hace 18 años, el 11 de noviembre de 2007, ocurrió algo que marcaría a toda una generación de antifascistas.
El asesinato de Carlos
El antifascista Carlos Palomino se dirigía al barrio madrileño de Usera junto a varios de sus compañeros y compañeras. La Coordinadora Antifascista de Madrid (CAM) había organizado una respuesta ante un acto contra la inmigración que el partido neonazi Democracia Nacional había convocado en dicho barrio. La estrategia consistía en llevar a cabo una contramanifestación con el objetivo de hacer presión, señalarles y no permitir que su discurso de odio se normalizara.
Estos jóvenes decidieron coger el metro para llegar hasta el lugar. Al entrar en el vagón se dieron cuenta de la presencia de un neonazi que viste la marca Three Stroke. Más tarde se conocería su nombre: Josué Estébanez, un militar fascista del Ejército de Tierra de 23 años que se dirigía a la concentración racista. Instantes antes se había percatado de la presencia de los antifascistas, esperando en el andén la llegada del metro. Decidió aguardar con una navaja abierta. En cuanto Carlos se acercó, Josué le propinó una puñalada directa al corazón sin ningún tipo de titubeo. Los antifascistas salieron del vagón, pero antes, dos de ellos, recibieron navajazos, quedando heridos. Instantes más tarde, Josué huyó hasta la calle donde es alcanzado por el resto de compañeros de los agredidos hasta que la policía llega al sitio. Carlos es trasladado al hospital Doce de Octubre, donde más tarde se confirmó la desgracia: había muerto.
El relato mediático que equipara víctima y victimario
A su muerte le siguió un relato mediático que obviaba o disminuía el componente ideológico detrás del asesinato de Carlos. De esta manera, se aupaba una versión simplista, que reducía todo a una pelea entre “bandas rivales”, entre “dos extremos” o entre “tribus urbanas”. Se ponía al mismo nivel a los neonazis que a los antifascistas; se ponía en el mismo nivel al joven Carlos que a su asesino Josué.
Recorte de prensa antiguo, en este caso del asesinato de Vicente Cuervo, que nos recuerda que esta estrategia de equiparar víctimas a sus asesinos fascistas no es nueva
Otros medios, como El Heraldo, llegaron a poner de titular en una noticia estas declaraciones de Josue Estévanez: “Le ataqué porque me vi acorralado”, con subtítulos como “Soy español nada más, una persona a la que le gusta que gane la selección española”.
Condena de Josué
Dos años después, la Audiencia Provincial de Madrid condenó a Josué Estébanez a un total de 26 años de prisión: 19 por el delito de asesinato con el agravante de odio ideológico y 7 por tentativa de homicidio y una indemnización de 150.000 euros.
Doce años después de su crimen, el 15 de marzo de 2019, el austrialiano Brenton Tarrant llevó a cabo un ataque terrorista contra dos mezquitas en Christchurch, Nueva Zelanda, matando a 51 personas e hiriendo a otras 50. El día de su ataque, publicó un manifiesto de 74 páginas titulado El gran reemplazo, en el que deploraba «la expansión del Islam y el genocidio blanco«. Uno de los cargadores del fusil que utilizó en su matanza llevaba escrito, en letras blancas, «Josué Estébanez».
En el año 2022, coincidiendo con el 15º aniversario del asesinato de Carlos, la Junta de Tratamiento del Centro Penitenciario de Villabona (Asturias) concedió el primer permiso de salida a Josué.

18 años después, la memoria frente al odio
Por Janio Mora Murillo. Extraído de AraInfo
Contra el racismo antiespañol, contra la inmigración. Esta fue la consigna con la que el partido neonazi Democracia Nacional llevó a cabo una manifestación hace 18 años. El 11 de noviembre de 2007.
Históricamente, el fascismo, con la intención de atraer a las masas, ha utilizado dos elementos discursivos clave para la propagación de sus ideas: estos son el miedo y el victimismo. Los cuales a su vez desembocan en la emoción movilizadora por excelencia de esta corriente ultra: el odio. La victimización nacional ha funcionado y funciona como elemento legitimador de la moral fascista, siendo esta victimización un trampolín que permite dar el pistoletazo de salida a las proclamas racistas. Así lo pusieron en práctica en sus respectivos países Hitler y Mussolini, entendiendo que sus naciones habían sido humilladas por la elite liberal, la Primera Guerra Mundial o la conspiración internacional judía. Las puertas del miedo y la inseguridad se abrían de par en par y con ellas llegaban los adeptos a los regímenes totalitarios.
Aunque las hostilidades por parte de los grupos más radicalizados siguen siendo dirigidas hacia la población semita, desde hace unos cuantos años las miradas de la extrema derecha, con su victimismo, miedo y odio, están puestas sobre las personas migrantes. Con una gran diferencia. Lo que antes eran unas pocas miradas irrisorias, ahora son millones de ojos.
En aquel 11 de noviembre que mencionamos al comienzo, términos como “inmigración masiva”, haciendo alusión a un plan de sustitución racial, o frases como “barrer la calle de esa escoria venidera de tierras lejanas” (inmigrantes), solo eran aplaudidas por unas pocas decenas de personas que se encontraban en aquella manifestación. En la actualidad, ya no sorprende que expresiones similares o calcadas reciban la aprobación de miles de personas, ya sea en actos físicos o a través de redes sociales.
Las crisis, ya sean estas económicas, sociales o institucionales, son momentos decisorios donde se pone en juego las lógicas políticas imperantes y sus relaciones de poder. Así en estos contextos entre lo viejo y lo nuevo nos encontramos con dos posibles desenlaces: una prolongación o una ruptura de lo hegemónico. La ruptura, no es algo que pueda atender a razones de un único espacio político, sino que es algo que se puede encontrar en disputa entre diferentes fuerzas ideológicas. Así, la extrema derecha, planteando un análisis distorsionado de la realidad, se bate en duelo aprovechando la degradación política, para llamar la atención de las masas.
Y de momento no le va mal. Utilizando un discurso en el que encontramos constantes guiños y paralelismos a los fascismos históricos (nacionalismo exacerbado, un pasado mítico que anhelan, división social entre un “nosotros” -los buenos- contra un “ellos” -los malos-, demonización de la democracia, etc.), han sabido dar la batalla cultural y mediática, normalizando lo que hace unos años no era normal. Transversalizando lo que hace no mucho era residual. Quien consigue influenciar, determinar, marcar la lectura que la población hace de los problemas de la sociedad y sus soluciones, gana.
Pero aquel 11 de noviembre no solo se escucharon aplausos de fascistas. También se escucharon lamentos, gritos de rabia y desolación. Un joven llamado Carlos se dirigía junto a varios compañeros y compañeras a la contramanifestación convocada por la Coordinadora Antifascista de Madrid con un único propósito, obstaculizar la propagación de odio que un partido neonazi pretendía expandir por las calles del barrio de Usera. No consentir que su discurso se normalizara.
En el metro de camino a la contramanifestación, los y las jóvenes antifascistas se topan con el neonazi Josué Estébanez, el cual se dirigía a la manifestación racista. En ese preciso instante en el que cruzan miradas, aun nadie lo sabía, pero se iba a producir un asesinato. Y su autor, no iba a titubear.
Los movimientos fascistas se sirven de una violencia simbólica promovida a través de la palabra para crecer como movimiento. Es una forma de movilizar las emociones de odio que necesitan para señalar al enemigo a batir, y por lo tanto dar sentido a su existencia (presentándose como salvadores). Cuando se asume esto como deber y sobre todo como identidad, recorrer el pequeño paso que separa la violencia simbólica de la física, no cuesta nada. Ya que la primera es la antesala de la segunda.
Cuando el militar neonazi apuñaló a Carlos, fue la culminación de todo un proceso que tuvo como desenlace el asesinato de un chaval de 16 años. El odio, que Estébanez llevaba tiempo gestando dentro de sí, llegó a su máximo nivel. El odio siguió el transcurso esperado. Porque cuando el fascismo se apodera de una persona, esta pasa a ver el mundo en blanco y negro. Y lo contrario a su figura y a lo que representa deja de tener ningún tipo de valor. La vida de una persona migrante, LGTBIQ +, de un izquierdista, de un demócrata, deja de tener relevancia. Es el enemigo y como tal, hay que lapidarlo.
Carlos, desangrado, se encontraba entre la vida y la muerte. El asesino intenta escapar, pero previamente propina navajazos a otros dos compañeros. El resto lo consigue reducir una vez es alcanzado en la calle. Los servicios médicos trasladan a Carlos al hospital Doce de Octubre. Ya era tarde. Al rato se confirmó la desgracia que marcaría a toda una generación de antifascistas. Había muerto.
Los fascistas se llenan la boca hablando de amor a la patria, amor a la raza, amor a la bandera por encima de todo. Decía Erich Fromm que “quien sólo ama a un hombre no ama a ninguno”. Nosotros decimos que quien en nombre del amor solo sabe discriminar, no ama, odia.
En su libro «Pedagogía antifascista», Enrique Javier Díez, recuerda dos frases de Albert Camus haciendo referencia al fascismo: 1ª) La peste “nunca muere o desaparece para siempre; puede permanecer dormida durante años, hasta que vuelva a parecer otra vez” 2ª) “La serpiente muda de piel, pero no de veneno”. Se hace imprescindible recordar estas palabras en un momento donde, como señala Josep Ramoneda, la encrucijada capitalista nos deja vislumbrar dos caminos principales opuestos. Estos son, el avance con vista al futuro hacia el desarrollo de democracias alejadas de lógicas neoliberales o el retroceso al pasado con la instauración de autoritarismos post democráticos.
Hoy no son pocos los y las jóvenes que, ya no solo escapan de los cantos de sirena de la extrema derecha, sino que lejos de correr, se plantan, le miran de tú a tú y le dicen: ¡No pasaréis! Carlos fue (es) uno de esos jóvenes que predicó con el ejemplo. No tomo el camino de la indiferencia, tomo el de la lucha. No callo, gritó. No sucumbió ante la injusticia, la desafió.
Este 11 de noviembre, recordaremos su ejemplo. Como dice el poema de Mercedes Sosa:
Que no calle el cantor porque el silencio
cobarde apaña la maldad que oprime,
no saben los cantores de agachadas
no callarán jamás de frente al crimen
Carlos Palomino y la verdad que hubo que pelear: 18 años de memoria y resistencia
Por Alejandro Plana. Extraído de Diario Red
Hace dieciocho años, un 11 de noviembre de 2007, ocurrió algo que marcó para siempre a toda una generación de antifascistas. Aquel día, Carlos Palomino, un joven de 16 años se dirigía junto a sus compañeros y compañeras hacia el barrio madrileño de Usera. Iban a participar en una movilización convocada por la plataforma Madrid Antifa como respuesta a un acto racista organizado por el partido neonazi Democracia Nacional.
Carlos no iba solo: lo acompañaban sus amigos, sus convicciones y la certeza de que el silencio nunca puede ser una opción frente al odio y la barbarie fascista. En el metro de Legazpi, un militar y militante neonazi, Josué Estébanez, decidió atacarle sin dudar. Le asestó una puñalada directa al corazón. Carlos murió minutos después.
El impacto fue inmediato. Miedo, rabia y desolación recorrieron los barrios antifascistas de Madrid. A ello se sumó la indignación al ver cómo la policía protegía a los neonazis y cómo parte de los medios trataban de criminalizar al joven asesinado, culpabilizando a su entorno y a su familia. No era la primera vez que ocurría: la misma estrategia mediática ya se había repetido tras los asesinatos de Lucrecia Pérez, Guillem Agulló, Richard, Aitor Zabaleta o Jimmy. Convertir a la víctima en sospechosa y deslegitimar el movimiento antifascista se convirtió —y sigue siendo— en una práctica habitual.
Los titulares de entonces hablaban de una “pelea entre bandas rivales”, de “enfrentamientos entre extremos” o de “tribus urbanas”. Se colocaba en el mismo plano a los agresores neonazis y a quienes se organizaban para combatir el fascismo. Un ejemplo fue el diario Hoja de Lunes, que tituló: “Muere un joven de Vallecas en enfrentamientos extremistas”.
Sin embargo, la verdad se defendió con fuerza frente a esa maquinaria mediática, política y judicial. Gracias a la lucha de familiares, amistades, colectivos y medios alternativos, se logró desmontar ese relato falso. La realidad era clara: Carlos Palomino fue asesinado por ser antifascista. Su muerte fue un asesinato político.
Esa violencia institucional no terminó en 2007. Recientemente se ha sabido que María Ángeles Gómez Armendáriz, una agente policial infiltrada durante 35 años en espacios de la izquierda, llegó a espiar a madres que luchan para que sus hijos reciban justicia. Entre ellas, Mavi, la madre de Carlos, y Elena, la de ‘Alfon’. Esta agente llegó incluso a posar junto a Mavi, sosteniendo pancartas en las concentraciones por la memoria de Carlos.
A pesar de todo, su nombre sigue vivo. Dieciocho años después, Carlos Palomino forma parte del imaginario colectivo: está en las pancartas de las manifestaciones, en los murales, en las gradas de los estadios con hinchadas antifascistas y en los conciertos de grupos como Non Servium, Kaos Urbano o Improbus, y tantos otros que mantienen viva su memoria.
Gracias a esa lucha por defender la verdad frente al relato oficial, hoy Carlos representa a todas las personas que no se callan ante la injusticia. Está en quienes enfrentan el racismo, el machismo y la desigualdad, en cada puño alzado y en cada consigna que recuerda que la memoria no se rinde.
Hoy, 11 de noviembre de 2025, se volverá a salir a la calle para gritar que Carlos vive. Porque su asesinato fue político, pero su vida, su ejemplo y su memoria son una victoria colectiva.
Intentaron silenciarlo, pero su voz sigue resonando. Intentaron apagarlo, pero su luz aún deslumbra. Intentaron pararlo, pero la lucha sigue.
Dieciocho años después, las calles de Madrid recordarán que no olvidamos ni perdonamos. Porque recordar a Carlos es seguir luchando contra el fascismo de ayer y de hoy.
Supongo que aún no he superado el no poder decirte adiós.
Mi corazón, despedazado, aquel día se quedó,
añorando un último abrazo que nunca llegó.
Pero hermano, sigues vivo, siempre vivo en mi corazón.
A 18 años del asesinato del compañero antifascista Carlos Palomino
Por la redacción de Kaosenlared
El 11 de noviembre de 2007 el Partido Democracia Nacional, de clara ideología ultraderechista, había convocado una manifestación contra la inmigración, que fue autorizada por la Delegación del Gobierno de Madrid. En el mismo lugar un grupo de jóvenes antifascistas y de izquierda convocaron, a su vez, una contra-manifestación para mostrar su oposición a las ideas y a la presencia de un partido neonazi como Democracia Nacional.
Los hechos –según se refleja en el vídeo que grabó la escena- ocurrieron de la siguiente forma: uno de los manifestantes ultras, un militar profesional de 24 años, Josué Estébanez de la Hija, que luego negó dirigirse a participar de la manifestación, al ver la entrada de muchos jóvenes en el vagón de metro en el que se encuentra, en la estación de Legazpi, sacó del bolsillo trasero del pantalón una navaja que escondió detrás de su cuerpo. En ese momento un muchacho le increpa por la camiseta que lleva, en la que puede leerse el lema ‘Three Stroke’ de clara simbología neonazi. Josué, sin mediar palabra, agarra por el cuello al muchacho y le asesta una puñalada en el costado izquierdo, a la altura del corazón. Este hecho provocó la huida de los pasajeros del vagón, que estaba en aquellos momentos atestado de gente. Luego, Josué Estébanez propinó otra cuchillada a un joven que intentó reducirle y, tras vaciar un extintor, abandonó el vagón perseguido por una multitud de gente y los servicios de seguridad.
El muchacho que había recibido la primera puñalada, Carlos Palomino, fue trasladado lo antes posible fuera del metro a una carpa improvisada en el mismo Paseo de Las Delicias, muy cerca de donde está colocada la placa en su homenaje. Poco se pudo hacer, pues el filo del arma le había alcanzado el corazón. Murió cincuenta minutos más tarde. Su otro compañero, también herido, logró sobrevivir.
En cuanto al agresor, fue condenado por la Audiencia Provincial de Madrid a 26 años de prisión, 19 por el delito de asesinato con el agravante de odio ideológico y 7 por tentativa de homicidio.
Carlos Palomino había nacido en Madrid, en el barrio de Vallecas: era hijo único de una familia trabajadora y tenía 16 años. Era un adolescente comprometido en la lucha por los derechos de igualdad y bienestar social, contrario al racismo y a las ideologías ultraderechistas. Su único delito fue defender sus ideas públicamente y, por ello, fue asesinado aquella mañana soleada de domingo del mes de noviembre. No pudo sospechar la rabia, la intolerancia y el odio de su agresor.







