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Una Autocrítica Anarquista
dijous 11 de setembre de 2025, per
Publicado originalmente en portugués por Aliança Trans Proletária (ATP)* en el sitio web del acervo digital trans-anarquista el 7 de septiembre de 2025. Disponible en: https://transanarquismo.noblogs.org/post/2025/09/07/uma-autocritica-anarquista/
Este texto es fruto del malestar que hemos sentido en el medio anarquista. No está dirigido a ninguna organización en particular, así como tampoco debe interpretarse como si fuésemos militantes puros, exentos de errores y portadores de la razón. Muy por el contrario, es la investigación de las condiciones de posibilidad de nuestros errores lo que nos condujo a escribir este texto. Nuestra pretensión es salir del Gran Invierno en el que nos encontramos.
7 de septiembre1: Grito de los Excluidos
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Seamos directos: mientras el Grito de los Excluidos se consolidó como un rito a ser realizado mayoritariamente por organizaciones que quieren aparentar que hacen algo sin hacerlo, el Movimiento de Lucha en Barrios, Villas y Favelas (MLB), vinculado al Partido Comunista Revolucionario (PCR), decidió hacer escuchar de hecho el grito de los excluidos: conocido por las ocupaciones que realiza, este movimiento social inició 18 ocupaciones en 15 Estados distintos – 3 de ellos respondiendo con bastante brutalidad – en este 7 de septiembre.
El Grito de los Excluidos, para quien no lo conozca, es un conjunto de manifestaciones populares que tienen lugar en Brasil desde 1995, cada 7 de septiembre. Para aclarar: cuando afirmamos que se convirtió en un rito, queremos decir que quizás nos falte una reflexión sobre la efectividad de su realización, cuál es el saldo, positivo o negativo, que hemos obtenido de él. Su ritualización, entendida como sinónimo de algo meramente repetido anualmente, no significa que las organizaciones y movimientos sociales que lo integran hayan provocado intencionalmente esta ritualización. Es mucho más probable que lo hagan sin darse cuenta, lo cual es bastante preocupante.
Como izquierda y como supuesta alternativa política al capitalismo, debemos verificar si los efectos de nuestras acciones han sido productivos. Esto incluye analizar en qué medida nuestras acciones no son, en realidad, meras reacciones a los reflujos del Capital en lugar de una proposición política que afirme la realización de otro mundo – imposible, cabe decir, para el imaginario instituido por el Capital. Podríamos preguntarnos e investigar en qué medida el Grito de los Excluidos no se ha convertido en un mero acto de agregación de organizaciones, individuos y movimientos sociales, algo más de orden cuantitativo que cualitativo. ¿Qué queremos al unirnos al Grito de los Excluidos? Según un compañero especifista: “vamos al Grito de los Excluidos para disputar”. Qué disputar exactamente, no lo supo decir. Tal vez lo dijo más como consigna que como comprensión de la realidad concreta del proletariado.
Independientemente del desacuerdo ideológico que podamos tener con el MLB y el PCR, coincidimos en lo que respecta a la lucha por la vivienda. En esta fecha, durante el Grito de los Excluidos que ocurría en la calle Uruguaiana, recibimos la noticia de que la ocupación Luisa Mahin – Palestina Libre, iniciada ese mismo día, estaba siendo atacada por la policía bajo órdenes del actual alcalde Eduardo Paes y del gobernador Cláudio Castro (PL).
Para quien no sufre de amnesia – o de deshonestidad política –, Eduardo Paes es conocido por desalojar familias de sus casas, un acto que en sí mismo ya es violento, pues vulnera un derecho básico: el derecho a la vivienda. Nada nuevo bajo un cielo cada vez más contaminado por el capitalismo, lo que no significa que no encontremos motivos para intentar respirar y conquistar los cielos. Pero quizás la amnesia – para ser caritativos y esperanzadores en lo que pueda haber de mejor en el medio militante anarquista – haya afectado incluso a compañeros y compañeras que presenciaron y combatieron los desalojos en mandatos anteriores de Eduardo Paes: durante el Grito de los Excluidos, la ocupación Luisa Mahin sufría un ataque y sus gritos eran silenciados por la ritualización del Grito de los Excluidos, generando así un asombroso ensordecimiento frente al grito de excluidos y excluidas a pocos metros del acto. Este ensordecimiento resultó de una falla múltiple de los órganos o, mejor dicho, de las organizaciones anarquistas, cuya hemiplejia ya es perceptible desde hace algún tiempo, aunque negada por esas mismas organizaciones.
Especulación inmobiliaria y nuevo ataque del Estado
El pasado miércoles, 3 de septiembre, la Comisión de Constitución y Justicia (CCJ) aprobó la constitucionalidad del absurdo proyecto de ley N° 40/2025, propuesto por el gobernador Cláudio Castro. El proyecto prevé la venta de 48 inmuebles estatales. En su lista se incluyen edificios históricos, terrenos, áreas desactivadas de la seguridad pública e incluso una isla. Un ejemplo es la posible pérdida del inmueble que sirve de sede al Grupo Arco-Íris de Ciudadanía LGBT, ubicado en la calle da Carioca, en el Centro. Rodrigo Amorim (União), actual presidente de la CCJ, quiere que la Aldea Maracanã sea incluida en el proyecto. No es ninguna sorpresa este deseo, dado que ya ha amenazado varias veces a la Aldea al pasearse con sus matones en torno al territorio, en un intento de amedrentar a sus integrantes. El Capital no escatimará esfuerzos para que este proyecto avance como una aplanadora sobre los movimientos sociales y los cuerpos de quienes luchan por vivienda.
Los gritos de excluidos y excluidas no fueron escuchados – o lo fueron, pero ignorados – por otros excluidos, o que así se autodenominan. Actitud que no nos sorprende, pero que no deja de causarnos frustración y tristeza. Claro está que, aquí, no estamos “exigiendo” que ciertos segmentos del movimiento social y de la militancia anarquista hagan un trabajo más allá de lo que se proponen. Comprendemos las dificultades presentes en la ejecución de las tareas. Las violencias del Estado no nos sorprenden, pero sí aquellas que cometemos contra nosotros mismos, ya sea por omisión y silencio, ya sea por punitivismo. A pesar de las críticas a la cultura de la cancelación tan presentes entre nosotros, hemos observado individuos que se ocupan de quemarse unos a otros mediante cualquier situación de discordancia o cuestionamiento referente a decisiones tomadas por las organizaciones a las que pertenecen. Este texto mismo, muy probablemente, será leído con el objetivo de descubrir su autoría, tratando como secundaria o suspendiendo la autocrítica aquí presente. Obsérvese: autocrítica, pues no nos colocamos fuera de la crítica planteada. La actitud punitivista y reactiva, sí, debería sorprendernos, ya que no refleja en nada los principios que orientan nuestra lucha. Por lo tanto, lo mínimo que esperamos es una coherencia entre lo que defendemos y lo que practicamos. La crítica debe servir para identificar los límites de una posición determinada y superarla, no para simplemente negarla. Eso sería ingenuo y demasiado cómodo.
Hagamos un trabajo más allá de lo que nos proponemos – y ni siquiera entraremos en la discusión de si las organizaciones existentes al menos cumplen o intentan cumplir lo que dicen proponerse, lo cual quizás sería motivo para otro texto. Pero, si no estamos realmente juntos, si no nos preocupamos unos por otros, si no ejercemos el apoyo mutuo, entonces ¿qué queremos decir cuando usamos el término “solidaridad”? La preocupación parece, por tanto, ser más de orden lingüístico que práctico y político – no que el lenguaje sea prescindible, pero la anulación de la práctica en favor del uso de ciertos términos por mera convención es totalmente ineficiente, desde el punto de vista político, que es el que nos interesa. “Solidaridad” se ha vuelto sinónimo de una preocupación circunscrita por cierta afinidad que no es la de clase, sino la del círculo de personas y colectivos “cercanos”, es decir, que están de acuerdo con todo lo que digamos. Esto no significa una defensa de “frentes populares” sin criterio de adhesión excepto el populismo – el cual, cabe decir, refuerza una dinámica interclasista y perjudicial a la lucha contra el Capital, ya que implica necesariamente en su conciliación –, sino una defensa de la solidaridad de clase que sea verdadera, no solamente el título de una nota o publicación – cuando existe nota o publicación, en el mejor de los escenarios.
El desalojo de la ocupación Luisa Mahin será la regla, si no tomamos ninguna medida colectiva. No será ninguna gestión del Estado a la izquierda del capital la que lo impedirá. Pero tampoco nuestra selectividad de solidaridad provocará ningún cambio significativo en esta desgraciada realidad.
Reiteramos: independientemente del desacuerdo ideológico que tengamos con el MLB y el PCR, nuestra defensa de la clase trabajadora es intransigente y es a ella a la que nos dirigimos cuando señalamos la falla política de las organizaciones anarquistas – en especial, ya que somos militantes anarquistas – al ignorar lo que sucedía paralelamente al Grito de los Excluidos. Somos conscientes de los problemas existentes en el PCR. Sin embargo, como dijimos, no estamos argumentando en defensa de su línea ideológica, sino en defensa del proletariado desalojado, de las familias compuestas por mujeres, niños y ancianos que fueron golpeados por la policía militar. También sabemos de los problemas existentes en las organizaciones anarquistas en el territorio dominado por el Estado de Río de Janeiro y de cómo muchos de esos problemas simplemente son empujados debajo de la alfombra por una condescendencia del autoproclamado “movimiento libertario”, sofocando cualquier posibilidad de autocrítica. No es solamente el Estado lo que imposibilita nuestra lucha social: existen desviaciones autoritarias entre nosotros, anarquistas, que nos inmovilizan, colocándonos en hibernación en el Gran Invierno del neoliberalismo. ¿Cuándo fue que nos permitimos una equivalencia con los partidos socialdemócratas – sin importar cuán revolucionarios se proclamen – y sindicalistas conciliadores de clase que se ocupan única y exclusivamente de montar sus palcos electorales llenos de promesas falsas que nos dirigen a un futuro inalcanzable mediante la democracia burguesa? Tal vez la disputa a la que se refirió el compañero especifista pudiera concretarse en esa acción solidaria.
¿En qué medida las organizaciones no se han preocupado única y exclusivamente por su perpetuación, ignorando así el motivo de su existencia? Una organización que se precie eficiente tiene que comprender la finitud de su existencia. Si existe para combatir un mal, su preocupación también debe ser hacerse innecesaria. Cuando pierde eso de vista, deja de preocuparse por la eficiencia de sus acciones y se ocupa de mantenerse, aunque sea de manera marginalizada. Es preciso decir que la marginación parece ser cómoda para algunas organizaciones anarquistas. Eso las exime de asumir grandes responsabilidades colectivas. La fuerza de una organización se encuentra en el reconocimiento de su vulnerabilidad, lo cual no puede coincidir con una postura victimista o melancólica de lamento. Si “juntos somos más fuertes” y este estar juntos no nos ha dado fuerzas, no nos ha potenciado, quizás no estemos realmente juntos, sino solamente agregados en un mismo espacio.
Lo cierto es que, en vísperas de la primavera, nosotros, militantes anarquistas preocupados por una acción cohesionada, no pretendemos mantenernos en esta glaciación.
1 El 7 de septiembre es el día de la Independencia en Brasil. Cada año se celebra un acto llamado Grito de los Excluidos, en el que se reúnen movimientos sociales, generalmente de izquierda. Desde hace algunos años, este acto se ha convertido en una plataforma electoral.
*La Alianza Trans Proletaria (ATP), como su propio nombre indica, es una alianza entre personas trans proletarias que afirma que las relaciones sociales de poder de los géneros, razas, sexualidades, naciones, generacionales, etc., son precisamente formas particulares de relaciones de clase. ¡Haz clic para puntuar esta entrada! (Votos: 0 Promedio: 0)
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