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Esbozos para un nuevo pensar (II): Sobre el ‘‘sujeto revolucionario’’

dilluns 8 de setembre de 2025, per  Kiko Pavonic

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Disputa sempiterna (aunque un tanto reduccionista) ha sido en los orígenes del anarquismo y el socialismo la dicotomía campo / ciudad. Desde los postulados bakuninistas, tenía más sentido que la revolución la amparase en su seno el campesinado como principal garante de las virtudes comunales. pero… ¿en detrimento de la maquinización industrial? Para Marx el proletariado contaba con la suficiente ventaja técnica y disposición competente como para cargar con la revolución sobre sus hombros, en detrimento del atrasado campesino considerado inicialmente por él como fuertemente anclado en el oscurantismo de la tradición.

¿Cuál de estos dos sujetos es (o era) fuente de progreso? ¿Campesinado o proletariado?

¿Qué opinaría Bakunin de que la CNT (sabemos que como colofón de organizaciones previas), en 1910, se consolidara en Barcelona (una de las ciudades más industrializadas del momento en España)?

¿Qué opinaría Marx de los ‘‘socialismos indígenas’’ manifestados en las formas comunales del hacer de determinadas zonas rurales?

A esto último podemos responder quizás con más acierto, pues el proyecto de respuesta a la carta de Vera Zasulich[1] así nos lo indica:

‘‘[Remontándonos al pasado más lejano], hallamos en todas partes de Europa Occidental [que] la propiedad comunal de tipo más o menos arcaico; ha desaparecido por doquier con el progreso social. ¿Por qué ha de escapar a la misma suerte tan sólo en Rusia?

Contesto: Porque en Rusia, gracias a una combinación única de las circunstancias, la comunidad rural [mir], que existe aún a escala nacional, puede deshacerse gradualmente de sus caracteres primitivos y desarrollarse directamente como elemento de la producción colectiva a escala nacional. Precisamente merced a que es contemporánea de la producción capitalista, puede apropiarse todas las realizaciones positivas de ésta, sin pasar por todas sus terribles peripecias. Rusia no vive aislada del mundo moderno; tampoco es presa de ningún conquistador extranjero, como ocurre con las Indias Orientales.

Si los aficionados rusos al sistema capitalista negasen la posibilidad teórica de tal evolución, yo les preguntaría: ¿acaso ha tenido Rusia que pasar, lo mismo que el Occidente, por un largo período de incubación de la industria mecánica, para emplear las máquinas, los buques de vapor, los ferrocarriles, etc.? (…) Si en el momento de la emancipación las comunidades rurales se viesen en unas condiciones de prosperidad normal, (…) a nadie [se] le ocurriría ahora la idea de la «fatalidad histórica» de la aniquilación de la comunidad: todos reconocerían en ella el elemento de la regeneración de la sociedad rusa y un elemento de superioridad sobre los países que se hallan aún sojuzgados por el régimen capitalista.

Otra circunstancia favorable a la conservación de la comunidad rusa (por vía del desarrollo) consiste en que no es solamente contemporánea de la producción capitalista, sino que ha sobrevivido a la época en que este sistema social se hallaba aún intacto; ahora, al contrario, tanto en Europa Occidental, como en los Estados Unidos, lo encuentra en lucha contra la ciencia, contra las masas populares y contra las mismas fuerzas productivas que engendra. En una palabra, frente a ella se encuentra el capitalismo en crisis que sólo se acabará con la eliminación del mismo, con el retorno de las sociedades modernas al tipo «arcaico» de la propiedad común o, como dice un autor americano [L. Morgan], libre de toda sospecha de tendencias revolucionarias, que goza en sus investigaciones del apoyo del Gobierno de Washington, «el nuevo sistema» al que tiende la sociedad moderna, «será un renacimiento (a revival), en una forma superior (in a superior form), de un tipo social arcaico» [1]. Así que no se debe temer mucho la palabra «arcaico»’’.

Seguramente Mao, los foquistas de Guevara, el abundante campesinado ruso de 1917 o el Viet Cong aplaudirían esta repuesta.

Casar ‘‘heterodoxamente’’ formas de tradición socialista implícita (socialismo indígena) que funcionaron a través de sus medios para un fin presente, es algo que ya desde los primeros teóricos del socialismo encontramos. Hacer lecturas cerradas de nuestro presente en base a querer replicar fórmulas del pasado tal cual, sin comprender su contexto y época, más bien sirven para nada. Hay que aprender constructivamente del pasado, sabiendo aprovechar las fórmulas que este ofrece hoy, sabiendo cuáles fueron sus claves y sus momentos.

Replicar un 1936 hoy tiene el mismo sentido que replicar un 1492. Hacer un ‘‘copia y pega’’, sin comprender la enseñanza de fondo en base al contexto en el que se ha desarrollado, no tiene mucho sentido.

Hoy podríamos decir que Bakunin y Marx deberían haber hecho más por entenderse, a la clase trabajadora le iría mejor actualmente.

Hacer una lectura cerrada de autores y sus teorías siguiendo un dogma o catecismo dictado ‘‘en base a los ideales intachables de la Idea’’ no tiene mucho sentido, menos en un mundo en el que los trabajadores (o el proletariado) como clase anda en retroceso y se autoperciben como clase media aspiracionista a un chalet en Galapagar, ganando 600 euros al mes y pagando como poco 550 de alquiler por un zulo.

Ser conscientes hoy es una necesidad imprescindible más que nunca. La praxis se debe dar bebiendo de las fuentes que nos hidratan, sean estas más tradicionales en cuanto a lo teórico o no. Hacer una lectura en clave libertaria y organizada de Marx entra posiblemente dentro de las menos ‘‘tradicionales’’. No sabemos qué diría Daniel Guérin, pero seguramente leyéndole encontraríamos una serie de respuestas interesantes.

Se debe tener presente que, siempre que el anarquismo se ha formulado como proyecto político con irrupción real en la realidad, este bebió siempre de las aguas del socialismo. Libertario, sí, pero socialista. Es algo a tener en cuenta hoy.

Liberalismo para los ricos. Utopía solo en los libros. Lo libertario siempre fue y será socialista.

[1] Lo encontramos en: https://www.marxists.org/espanol/m-e/1880s/81-a-zasu.htm#fn1

[2] L. H. Morgan, «Ancient Society or Researches in the Lines of Human Progress from Savagery, through Barbarism to Civilization» («Sociedad antigua o Investigaciones de las líneas de progreso humano de la barbarie a la civilización»), London, 1877, p. 552.

Martes Estático, un trabajador del Sur

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