Inici > novedades > «Aguante Mari», militancia que abraza
«Aguante Mari», militancia que abraza
dimarts 19 d’agost de 2025, per
<https://www.anred.org/wp-content/up...>
Parece mentira, pero como en los noventa, son los y las jubiladas los protagonistas de la resistencia frente a un gobierno que está llevando adelante un retroceso histórico. Como un ariete que golpea cada semana, cientos de jubilados llegan a las puertas del Congreso Nacional a burlar el protocolo anti-protesta, exponiéndose a la represión indiscriminada y aguantando a pesar de la indiferencia de gran parte de la sociedad. Pero detrás de estas imágenes también se esconden las historias de solidaridad, como la de Mari López, una de las tantas Norma Plá que murieron luchando. Por Malena Montero, Andrés Manrique, Ismael Hauscarriaga para ANRed.
“«Tengo ganas de dormir», me dijo Mari aquel día y enseguida entendí que era su forma diplomática de despedirse”, relata Cacho y no puede contener las lágrimas mientras estaciona el auto en el que hace Uber para llegar a fin de mes.
Mari fue activista sindical y una férrea militante ambientalista antes de llegar a Buenos Aires y convertirse en una “Jubilada Insurgente”. Desde su ciudad natal, Caleta Olivia, luchó en defensa del agua y en contra de la contaminación de las petroleras, a las que responsabilizaba por el desarrollo del cáncer que terminaría con su vida. Aun así, Mari nunca bajó los brazos: “Ella siguió luchando y viviendo porque tenía un objetivo claro que era el amparo por la contaminación en Caleta Olivia”, nos cuenta Zulma desde Comodoro Rivadavia, su “hermana de rebeldías”, y una de las tantas personas que formaban parte del grupo de whatsapp “Aguante Mari”, creado para cuidarla en conjunto. En su mayoría desconocidos, pero aunados por el cariño, consolidaron una red de contención para ella, que a pesar de no tener familia había encontrado en la lucha un grupo de aguante.
Mari López falleció pocas semanas antes de cumplir 58 años, la mañana del 21 de julio, luego de varios meses de quimioterapia e incontables años de padecimiento debidos a la desidia del sistema de salud estatal: “Si no hubiera sido por la gente que la acompañó y la visitó, o por la abogada que hizo todos los trámites ante PAMI, todo gratis, ella no hubiera recibido los remedios ni la quimioterapia”, afirma Zulma. Lo cierto es que Mari, a la par que judicializó su reclamo contra las autoridades del PAMI, también impulsó junto con sus compañeros jubilados movilizaciones a las oficinas de la obra social: “Con Mari movilizamos varias veces al PAMI para que la atienda, entrábamos a las oficinas y exigíamos que nos atiendan”, expresó uno de sus compañeros. “Ella salía a luchar como podía, incluso cometió errores, llegó a enfrentarse a los empleados de PAMI pero luego les pidió disculpas, así era”, relata Cacho emocionado.
El último periodo lo pasó viviendo sola en un hotel de la Ciudad, contando con la escasa asistencia de una enfermera, pero con el apoyo incondicional de sus amigos del grupo “Aguante Mari”, en quienes depositó su confianza y cariño. “Mirá como habrá sido Mari que cuando hicimos la despedida por su fallecimiento vinieron hasta empleados del PAMI- CODE en donde ella se había atendido y se había enfrentado exigiendo que se respeten sus derechos”, agregó Cris.
Como decía Norma Plá cuando llamaba a “los viejos” a no deprimirse y dejarse morir en la calle: “porque yo tenía dos opciones, salir a luchar o morir de hambre en mi casa”.
El grupo al que se había sumado Mari era nada menos que “Jubilados Insurgentes”, uno de los protagonistas de las marchas de los miércoles.
Quienes la conocieron coinciden en señalar que, aunque pequeña en su contextura física, Mari encerraba una fortaleza gigante: desde acompañar el reclamo de los estudiantes de la escuela industrial de Caleta Olivia y participar de asambleas vecinales —como cuenta Omar, compinche de aquel entonces—, hasta encabezar la denuncia por la contaminación del agua en el sur y unirse al colectivo de Insurgentes. “Éramos recontra activas y muy rebeldes, por eso creo que más de uno, tanto funcionarios como dentro de los movimientos hay gente respirando por no verla más”, continúa Zulma, y agrega Omar: “Era la pesadilla de los funcionarios. Siempre con mucha garra, que se alternaba con la calidez hacia los compañeros de lucha”.
En un contexto en el que los jubilados tienen hasta dos trabajos para llegar a fin de mes porque la jubilación apenas cubre la cuarta parte de sus gastos fijos, los adultos mayores que movilizan defienden la militancia no solo como mera reacción ante las consabidas injusticias sociales, sino como lugar de encuentro, de pertenencia, espacio de socialización y compañerismo. Como si estuvieran señalándonos que en la lucha colectiva podemos estar y sentirnos menos solos.
Y, tal como nos dijo Néstor, compañero de Mari en Insurgentes, y protagonista que no se saltea un solo miércoles de lucha empuñando la bandera y animando cada vez a sacar a pasear la bronca: “La lucha es así, si se quedan en casa se van a deprimir, se van a enfermar, no van a tener los medicamentos y se van a morir tristemente. Que valga la pena morirse. Hay que seguir luchando hasta el final”.
Veure en línia : https://www.anred.org/aguante-mari-...