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¡Abrir ventanas!
dilluns 15 de setembre de 2025, per
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Esta edición de la Vuelta Ciclista a España está sirviendo de ventana por la que podamos ver el fuerte rechazo pacífico, si bien la policía, es decir, el Estado soberano ejerce su violencia soberana, para intentar cerrar la ventana. Como no lo consigue, en según qué medios, el comentarista añade de su cuenta, frases aludiendo a “grupos de violentos” que, gracias a las ventanas podemos ver que la violencia la ejercen otros, no los manifestantes. Vemos como se los llevan detenidos y oímos a comentaristas añadir de su cuenta frases fuera de la realidad, eso cuando no modifican imágenes o las cambian de lugar.
Al mirar, o escuchar, o leer por esa ventana, sea a través de la tele, de la radio, de periódicos, de revistas…, vemos las imágenes de cómo una protesta pacífica es reprimida, además de vilipendiada, pues en casi todos los medios las imágenes, las banderas palestinas, son sacadas de sus contextos. Es decir, suelen ser mostradas en la sección de deportes, mucho después de icabrearnos con aquellas otras imágenes que deberían ir acompañando a las de la protesta: Palestina asolada, asesinada, exterminada, Palestina en ruinas, Palestina en muertos, Palestina en hambres, Palestina en injusticias… Así cuando, en los deportes nos enseñan a los ciclistas caídos, parados, enfadados…, llevan la intención de mostrar a “los violentos”. Buscan una empatía con el deporte. Pero se equivocan: sabemos reflexionar, sabemos lo que está ocurriendo en Palestina y hablamos entonces de GENOCIDIO, de un atroz genocidio, porque sí, es genocidio: según el diccionario de la lengua española (que algunos y algunas, se olvidan o, lo que es peor, nunca lo han sabido, o lo que es todavía peor, quieren esconderlo. Y en este punto conviene saber que quien niega lo evidente es que trata de esconderlo, o sea, es partícipe de ello, es culpable), genocidio, según el Diccionario…, es un “exterminio o eliminación de un grupo humano por motivo de raza, etnia, religión, política o nacionalidad”. Y eso sin hablar del desplazamiento forzoso de población, algo que la ONU le aclaró a principios de este año, a Trump que está “estrictamente prohibido”, pero Netanyahu no lo tiene en cuenta, como tampoco su jefe Trump. Tienen miedo a que por la ventana también entre el despertador de la conciencia. De ahí que quieran cerrarla.
Un texto, págs. 17-18, de la “Introducción” a Culpables por la literatura, de Germán Labrador Méndez, ensayo que se hacía más que necesario, magníficamente planteado, sobre la historia cultural de aquella contracultura de “la movida”, representada por jóvenes anarquistas, parados, agobiados, rockeros, punkis, solidarios, puede que hubiera algún marxista libertario, siempre que esos dos conceptos pueden ir de la mano, algo dudoso…, ese texto, decía, me lleva a reflexionar sobre aquella transición (tormenta) que nos trajo esta democracia (lodos).
Alguien de los Hijos del Agobio, organización juvenil vallekana de los años 70-80 del siglo XX, dijo que “todos estamos en libertad condicional”, en otras palabras, que todos somos “penados en suspensión de la ejecución de la pena” que, por cierto, no computa como tiempo de cumplimiento de dicha condena, además estamos vigilados como posibles sospechosos de reincidir. El texto nos aclara que ese todos es el que nos plantea una cuestión fundamental: la existencia de unas minorías, que en el caso del referéndum por la permanencia en la OTAN, dejó fuera a más de seis millones de personas –una minoría muy amplia oficialmente– y que siempre esconde a otras minorías: presos, pobres, gentes sin techo, colas del hambre, enfermos por las drogas…, que para no perturbar la tranquilidad de las gentes políticamente correctas, son apartadas de la sociedad, son escondidas, son encerradas. Lo cual nos llega a mostrar la realidad de eso que llaman “democracia”: “solo cuando desaparecen, cuando se hacen invisibles, volvemos a confiar plenamente en el carácter natural de nuestras libertades aprendidas”, nos dice Germán Labrador. Es necesario, pues, abrir ventanas. Abrir para ver.
Si no se puede, por las causas que sean, ser protagonistas de las imágenes, es importante ver. Importante ver, escuchar, leer. El rechazo al genocidio se realiza de muchas maneras, desde el boicot a las comprar de los jueves, hasta cerrar una carretera por donde circula la Vuelta Ciclista, pasando, por ejemplo, en apoyar a las sucesivas flotas solidarias que parten para Palestina, sabiendo que los militares israelitas, enviados por un gobierno sionista, su judaísmo está muy en duda, actúan como los piratas de Somalia, que perdieron su media de vida debido a la llegada de enormes barcos pesqueros que esquilman sus costas, y a los cuales se les persigue, en cambio a los enviados de Netanyahu no.
Importante ver. Ver como un estado, el de Israel, fundado en 1948 y desde entonces no ha dejado de expandirse por los alrededores. Este genocidio, esta expulsión de palestinos, esta deportación forzosa de población que lleva en ese lugar siglos, está siendo masacrada, con la intención, no para convertirla en la “Riviera de Oriente Medio”, como dice el jefe de Netanyahu, sino para consolidar la propiedad fraudulenta de una región de Palestina rica en minerales, como el que está transportando un barco de la empresa israelita ICL, empresa que también explota una región de la cuenca norte del Mar Muerto, que pertenece a Cisjordania, extraídos de los territorios ocupados, es decir, palestinos; y que pretende atracar en Cartagena. O sea, que en realidad, el estado de Israel, con la disculpa de perseguir a Hamas por sus desgraciados secuestros de israelitas, lo que en realidad persigue es ampliar su propio territorio eliminando a sus dueños. Lo que no deja de ser un crimen y la forma de llevarlo a cabo un genocidio.
Simón Peña ¡Haz clic para puntuar esta entrada! (Votos: 2 Promedio: 4.5)
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